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¿Llevas un tiempo notando que se te cae mucho el pelo?

 

La verdad es que la pérdida del cabello es algo que nos preocupa a muchas mujeres. De hecho, se estima que alrededor de un 40% en estos momentos está preocupada por este asunto. 

 

Así que no, como ves, no estás sola. 

 

El problema muchas veces, especialmente cuando ya vemos que se nos cae bastante, es que nos ponemos a buscar “soluciones milagrosas para frenar la caída de pelo” que terminan por ser una pérdida de dinero y de tiempo. 

 

Y esto ocurre porque no llegamos a detectar el origen de base, que es lo que nos puede ayudar de verdad. 

 

Además, este origen de base de la pérdida de cabello suele ser multivariable, por eso es tan difícil de solucionar, ya que no se suelen analizar todas las variables que influyen. 

 

Por ese motivo, en este artículo quiero compartir contigo información sobre qué problema o problemas de base pueden estar detrás y qué puedes hacer para frenar la caída de pelo. 

 

Mecanismos que causan la caída del pelo 

 

El cabello de las mujeres puede caerse por diferentes causas, y en este post quiero hablarte de 3: causas hormonales, causas nutricionales y causas inflamatorias. 

 

Ten en cuenta que no son las únicas, ya que puede ser un problema de contaminación, un síntoma secundario de algún medicamento o de una enfermedad, por ponerte algunos ejemplos. 

 

Pero los hormonales, nutricionales y/o inflamatorios son los problemas de base que están detrás de la mayoría de los casos de caída de pelo en mujeres. Vamos a verlos con detalle. 

 

Causas hormonales 

 

Ya sabemos de sobra que los desequilibrios hormonales se ven reflejados en diferentes síntomas, y uno de ellos, es en la pérdida de cabello. 

 

Los estrógenos y progesterona ayudan a fortalecer el cabello, sin embargo, cuando el organismo genera un exceso o defecto de alguna de ellas, el cuero cabelludo se ve afectado. 

 

Durante los cambios hormonales que se asocian al ciclo de la mujer, y en especial los que se producen durante la menopausia o en el embarazo, es habitual que se caiga el pelo. 

 

Por lo general, el embarazo fortalece el pelo y lo hace más fuerte, ya que ​​el nivel de estrógenos mantiene a la mayor parte de la cabellera en fase de crecimiento.

 

Por eso, durante el posparto, muchas mujeres ven como su cabello se cae a mechones. Este tipo de caída está relacionada con los cambios hormonales tras el embarazo, y es por lo general transitoria. 

 

Llegadas a la pre-menopausia el cabello se vuelve más quebradizo como consecuencia de la disminución de estrógenos. 

 

Nuestro cuerpo es sabio, y al detectar la caída de estrógenos, deja de proteger el pelo para pasar a proteger los niveles en sangre. Por eso el cabello se va deteriorando progresivamente. 

 

Cada vez encontramos más evidencias de la relación entre el desbalance hormonal en las mujeres y la pérdida de pelo. 

 

Cuando lidiamos con una pérdida de cabello de origen hormonal, como puede ser un problema de tiroides o de síndrome de ovario poliquístico, es necesario tratar de reparar el desbalance de hormonal de fondo antes de solucionar la caída de cabello. 

 

Y ojo, porque no es necesario esperar a que esto ocurra. Cuando peor tengas tus hormonas, peor va a ser la caída del cabello y antes va a comenzar. Así que es esencial cuidar de tu equilibrio hormonal sin esperar a que los síntomas lleguen. 

 

Además, en el caso de la mujer, estos desbalances pueden afectar a tu ciclo, lo que puede conducir a un déficit nutricional (a continuación lo vemos en detalle). 

 

Causas nutricionales

 

Una alimentación que no cumple con tus requisitos nutricionales va afectar en todos tus niveles, incluyendo en la pérdida de tu cabello. 

 

Sin embargo, es curioso porque este factor es al que menos importancia le solemos dar. Nos cegamos utilizando productos y suplementos, sin darnos cuenta de que lo que ponemos en el plato es fundamental (y clave). 

 

¿Por qué? Muy sencillo. Tus nutrientes son limitados, y tu organismo lo sabe. Por eso: 

 

1- Como el cabello no es el lugar más importante en la jerarquía de tu cuerpo (por ejemplo, siempre estará por debajo de tu cerebro siempre), si tienes un déficit de nutrientes tu pelo va a sufrir sí o sí, porque tu organismo los distribuye de manera prioritaria. 

Esto es lo que me pasó a mí después de seguir muchas dietas y que se colmara el vaso con una dieta de batidos Pronocal. Perdí 14 kilos, me veían divina… y casi me quedo calva. Se me cayó la mitad del pelo y tuve que ir de urgencia a un dermatólogo que ya en la primera sesión, después de decirme que estaba desnutrida y que se me podía caer todo (aunque luego me volvería a crecer), empezó a pincharme vitaminas y plasma en la cabeza para frenar la caída. Hasta ese punto podemos maltratarnos con las dietas.

 

2 – Las células del pelo son de las células que más rápido crecen y se dividen en el organismo, por encima de la piel, y a más rápido trabaja y se divide una célula, más nutrientes consume y más impacto tiene en el tejido específico al tener déficit nutricional. 

 

Así que como ves, la alimentación tiene mucho que decir cuando hablamos de caída del pelo. 

 

Pero, ¿y qué nutrientes son importantes en este sentido?

 

Destacaría el hierro y la ferritina, siendo los valores de ferritina más importantes ya que afectan al desarrollo del folículo capilar. 

 

Muchas veces, cuando una mujer tiene una alteración hormonal, tiene sangrados abundantes que derivan en deficiencias nutricionales, con lo que como ves, en un caso así, podríamos hablar de un motivo multivariable. 

 

Además del hierro y la ferritina, también tienen protagonismo el ácido fólico, la vitamina B12 y la vitamina D.  

 

La vitamina D es responsable de como nuestro cuerpo responde a algunos estímulos como el inmunológico, y el sistema inmune regula el crecimiento del cabello.

 

Es más, el efluvio telógeno, que es la caída de cabello por estrés, tiene una relación con el sistema inmune.

 

Cuando vemos los nutrientes que contienen los suplementos para el pelo, como la biotina, estamos ante nutrientes que son importantes para el pelo, sí, pero son comunes y es raro tener déficit.

 

¿Es una mala idea tomar suplementos para la caída del cabello? Más que mala idea, puede resultar una pérdida de dinero y de tiempo, ya que si no se atiende el problema de base, no harán una gran diferencia. 

 

Causas inflamatorias 

 

La inflamación es un proceso del organismo en el que el sistema inmune reacciona para protegerte de algún daño. En ocasiones se hace evidente, como cuando tenemos síntomas de algún virus, pero otras pasa desapercibida. 

 

Esto es lo que ocurre con la inflamación del cuero cabelludo, en el que aunque se puedan dar picores, irritación, caspa o dermatitis, normalmente no solemos asociarlo con esta causa.

 

Aunque las causas de la inflamación pueden ser muy variadas (y puedan estar relacionadas con otras causas, como hemos visto), uno de los factores más comunes es el exceso de sebo que tapona los folículos pilosos y atrae bacterias.  

 

Este tipo de inflamación puede tratarse evitando productos que alteran el PH del cuero cabelludo. 

 

En definitiva, para frenar la caída de pelo en mujeres, la clave es centrarse en resolver el problema de base, tanto si es hormonal como si es nutricional o inflamatorio. 

 

Y si esto no es suficiente, se pueden incluir estimulantes capilares, aunque mi recomendación es que esta sea tu última opción y que lo hagas siempre bajo la supervisión de un especialista. 

 

Espero que esta información te haya resultado valiosa. Si es así, compártela con alguien a la que le haga falta, y déjame un comentario con cualquier duda que te haya quedado. 

 

FUENTE: Dr Sebatian la Rosa. 

 

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Es una auténtica locura seguir utilizando los anticonceptivos hormonales a día de hoy, con toda la información de la que disponemos. 

 

Pero es más locura todavía seguir pensando que son el mejor tratamiento para problemas de salud como el síndrome del ovario poliquístico, la endometriosis, los períodos dolorosos o el acné. 

 

En mi escuela de salud integral y holística, HMI, se consideran los anticonceptivos orales un crimen contra la mujer, por la cantidad de enfermedades que generan.

 

De hecho, yo lo tengo claro: deja los anticonceptivos hormonales porque cualquier médico que se los recete a una mujer, probablemente sin hacer ni un estudio del estado hormonal que tiene, para tratar algún desajuste, no tiene ni idea del cuerpo femenino (ni de lo que es la verdadera salud).

 

Las consecuencias de seguir tomando la píldora 

 

Es cierto que la llegada de la píldora revolucionó por completo el papel de las mujeres en la sociedad al darles un control sobre su fertilidad. 

 

En España se legalizó en 1978, en una sociedad en la que la sexualidad era tabú. Por eso para muchas personas, los anticonceptivos hormonales son sinónimos de libertad de la mujer pero, ¿qué tipo de libertad tienes si acabas enfermando?

 

Los anticonceptivos como la píldora interrumpen el equilibrio hormonal, y tener las hormonas desequilibradas nunca es bueno. 

 

Su uso causa un dominio de estrógeno, lo que tarde o temprano se termina reflejando en: alergias, disminución del deseo sexual, fatiga, dolores de cabeza, migrañas, pérdida de memoria, disfunción tiroidea, aumento de peso, dolor o quistes en los senos, depresión, PMS, crecimiento de fibromas, períodos abundantes, empeoramiento de la endometriosis, cáncer de mama, cáncer de útero e irritabilidad / cambios de humor.

 

Además, si llevas tomando anticonceptivos hormonales durante un año o más, es probable que ya tengas un crecimiento excesivo de cándida, lo que conduce a todo tipo de problemas de salud. 

 

El estrógeno que estos tienen modifica la composición de la microbiota, incrementando el número de algunas especies de Lactobacilos, E. coli (bacteria causante de infecciones urinarias) y algunas especies de Candida.

 

Los síntomas también pueden verse reflejados en otros niveles, como en las emociones y en la capacidad cognitiva. 

 

Un estudio realizado por Person & Oinonen, 2019 ha demostrado evidencia de que los anticonceptivos hormonales pueden influir en cómo se recuerdan las cosas. 

 

También se ha demostrado que las mujeres que usan la píldora u otros anticonceptivos hormonales tienen un mayor riesgo de depresión (estudio).

 

Por otra parte, las hormonas tiroideas trabajan mano a mano junto con la progesterona, el estrógeno y la testosterona.

 

Como todas se influyen entre sí, cuando las alteramos incluyendo anticonceptivos hormonales, se puede ver reflejado en el rendimiento de la tiroides. También se sabe que las hormonas sexuales afectan el sistema inmunológico, teniendo efecto en la condición de Hashimoto.

 

Pero, ¿y qué alternativas tienes? 

 

Como siempre te digo, la información es poder. 

 

Sé que sois muchas las que al leer el titular de «deja los anticonceptivos hormonales» os ha llamado mucho la atención, pero los tomáis porque os lo han recetado para algún tipo de desequilibrio, y no conocéis que otra alternativa tenéis. 

 

Por eso, la primera recomendación que puedo hacerte es la de un libro, Tu Fertilidad, de Toni Weschler.

 

Esta lectura explica todo lo que necesitas saber tanto para potenciar tus posibilidades de embarazo como para prevenirlo sin tener que recurrir a sustancias tóxicas para ti. 

 

La segunda recomendación es un monitor de fertilidad, en concreto este, una de las mejores alternativas a la píldora. Sé que es una inversión importante, pero merece la pena porque puede ayudarte a prevenir muchas enfermedades.  

 

Y por último, mi recomendación es que si tienes un diagnóstico y en tu ginecólogo solo te han dado la opción de tratarte con anticonceptivos hormonales (algo que lo único que hará será poner un parche en el problema), busques una segunda, tercera o cuarta opinión y encuentres la alternativa que trate a tu cuerpo con amor. 


Ahora que ya conoces todas estas consecuencias, está en tu mano tomar una decisión. 

 

¿Qué piensas hacer?

Comer con ansiedad puede ser una llamada de tu intestino. Es una de las tantas formas en las que intenta comunicarse contigo, aunque puede que tú estés tan desconectada de tu cuerpo que no sepas interpretar lo que te dice. 

 

El caso es que todas esas veces en las que sientes la necesidad de comer algo y comerlo YA, puede que sea tu flora intestinal reclamando alimentos. 

 

Al parecer, las bacterias intestinales mandan señales a nuestro cuerpo para que controlemos lo que comemos. Incluso se ha empezado a descubrir cómo pueden llegar a influir en nuestros gustos alimentarios.

 

Así que sí, tu ansiedad por comer puede estar relacionada con el hecho de que la salud intestinal no es buena. 

 

Pero vamos a verlo con más calma. 

El eje intestino-cerebro 

 

Ya sabemos que nuestro intestino y nuestro cerebro van de la mano, comunicándose de forma bidireccional y siendo capaces de influirnos en el estado de ánimo, el sueño, el dolor… y en la conducta alimentaria. 

 

En una investigación que se publicó en Cell Metabolism se comprobó como a los 20 minutos de empezar a comer, las bacterias intestinales producen un tipo de proteína (proteínas bacterianas de E. coli) que suprimen las ganas de comer, es decir que interceptan las rutas cerebrales para controlar nuestro apetito. 

 

Lo interesante aquí es que estos mensajes influyen también en lo que nos apetece comer, es decir, que son las que prefieren comer de pronto tortilla en lugar de brócoli. 

 

Y es que si ellas detectan que hay algo que les interesa, irán a por ello, cambiando incluso nuestros receptores del gusto, produciendo toxinas para que nos sintamos mal o liberando sustancias placenteras para que nos sintamos bien. 

 

Vaya, que son súper poderosas. 

 

Comer con ansiedad puede estar relacionado con las necesidades nutricionales de tu cuerpo 

 

Seguro que ya sabes que la alimentación que llevas tiene un gran impacto en tu vida. Y no solo a largo plazo: desde el primer momento en el que empiezas a tener mejores hábitos alimenticios, lo notas al instante. 

 

Las elecciones que tomamos a la hora de comer influyen en el estado de ánimo, en nuestro equilibrio hormonal, en los procesos de inflamación, y en el estado general de salud que tenemos. 

 

Todas estas decisiones se ven reflejadas directamente en nuestras bacterias intestinales (“somos lo que comemos y lo que comen nuestras bacterias”), y en este sentido, se ha demostrado como una mala salud intestinal nos afecta en muchos sentidos.

 

Este equipo de investigación científica ha estudiado los mecanismos cerebrales usando la mosca de la fruta Drosophila melanogaster. 

 

En este estudio han observado como cuando la mosca no recibía un aminoácido esencial (que son aquellos que se han de ingerir en la dieta sí o sí), tenía un hambre voraz por los alimentos proteicos (que ayudan a mantener el buen estado de las células madre). 

 

Esto demuestra como las bacterias de la microbiota impactan en la decisión de comer determinados alimentos, y que si no recibes determinados nutrientes, puede verse reflejado en tus ganas – o no ganas – de comer algo. 

 

Y aunque los humanos somos algo más complejos que las moscas, y tenemos en nuestro aparato digestivo cientos de especies de bacterias, en parte podríamos extrapolar los resultados a las personas. 

 

Pero entonces, ¿puede la microbiota provocarnos ansiedad y antojos? 

 

Tanto el anterior estudio mencionado como otros muchos (estudio) han demostrado como algunas especies de bacterias necesitan de nutrientes determinados para sobrevivir, por lo que pueden desarrollar maneras de empujarnos a ingerirlos. 

 

Así que sí, la microbiota podría influir en las hormonas, en nuestro apetito y en las señales que recibe nuestro cerebro para comer determinado alimento. 

 

Esto no quiere decir que cuando te apetece comer helado y terminas con una tarrina de medio litro te hayan controlado las bacterias. Detrás de la ansiedad por comer hay muchísimos otros factores, pero es un gran avance conocer esto. 

 

Porque siempre hemos visto la ansiedad por comer bajo el prisma de las respuestas emocionales, del estrés o como vía de escape, pero detrás también puede estar una necesidad fisiológica. 

 

Y al final todo está relacionado, porque si tu salud intestinal no es buena y no cuidas de tu alimentación, estarás más inflamada, te encontrarás peor y la gestión emocional se dificultará, por lo que se disparan automáticamente los mecanismos de supervivencia con la comida. 

 

Así que además de los consejos que te he dado anteriormente (aqui tienes un artículo en el que te cuento cómo superar la ansiedad por comer y aquí otro en el que hablamos del hambre emocional), esta información puede darte algunas pistas sobre por qué no puedes dejar de comer con ansiedad. 

 

Mi recomendación es que comiences con un estilo de vida más saludable que te aporte todas las necesidades que tu cuerpo y tu intestino tienen, y que además se convierta en un estilo de vida que te haga sentir tan bien que no quieras volver atrás. 

 

Y ya sabes que no tienes por qué hacer la transición tú sola: puedes contar con mi apoyo en el proceso con mis sesiones de coaching nutricional individual. 

 

Espero que te haya resultado útil esta información y que te ayude a conectarte más con tu cuerpo y sus señales. 

 

Cuéntame, cuando tienes ansiedad por comer, ¿qué es lo que más suele pedirte el cuerpo?  Te leo. 

 

   

Hoy hablamos de permeabilidad intestinal, de salud intestinal y de su importancia en nuestro bienestar.  Y es que como decía Hipócrates: “Toda enfermedad empieza en el intestino”.

 

Y en realidad, no iba muy desencaminado. 

 

Las barreras de protección que tenemos los seres humanos son la piel y el intestino, y como curiosidad, te diré que la piel tiene una superficie de unos 2 m2 y nuestro intestino llega a tener una superficie de entre 400m2 y 600 m2 (si planchamos todas las vellosidades que tiene).

 

Así que sí, los intestinos son fundamentales, y por eso hoy quiero compartir contigo qué consiste la permeabilidad intestinal, cuáles son sus principales factores de riesgo, cómo puedes prevenirla y también tratarla.

 

Empecemos 🙂 

 

Qué es la permeabilidad intestinal

 

Si haces una búsqueda rápida sobre qué es la permeabilidad intestinal, verás rápidamente que también es conocida como leaky gut syndrome o síndrome del intestino agujereado. 

 

¿Quiere decir esto que el intestino puede tener agujeros? En parte, sí. 

 

El intestino cuenta con una fina capa de células que se pegan unas a otras, formando lo que se conoce como uniones estrechas. 

 

Por estas uniones pasan los nutrientes y también el agua, pero no lo hacen las toxinas, ni los patógenos y antígenos. 

 

Durante los últimos años, los hábitos de la vida moderna, como el estrés, los alimentos con metales pesados, los conservantes y colorantes, los antibióticos, y un largo etcétera han hecho que estas células y sus uniones se dañaran, haciendo que el intestino se volviera poroso (estudio).

 

Esta porosidad, conocida como permeabilidad intestinal, hace que metabolitos de las bacterias y proteínas de los alimentos se crucen, con lo que el sistema inmune reacciona. 

 

¿Y cómo reacciona? Desde inflamándose hasta produciendo fatiga crónica (estudio), pasando incluso por depresión (estudio), acné (estudio) o enfermedad coronaria (estudio). 

 

También pueden darse casos más severos en los que nuestro cuerpo no distingue y termina atacándose a sí mismo, produciendo enfermedades autoinmunes como psoriasis, asma o enfermedad de Crohn (estudio).

 

Así que como ves, la permeabilidad intestinal es un tema del que es muy importante conocer las bases. 

 

Sigamos aprendiendo más sobre ella. 

Síntomas de la permeabilidad intestinal

 

La permeabilidad intestinal se puede ver manifestada de diferentes formas, y aunque pueden variar entre una y otra, las más comunes son:

 

1# Dificultades digestivas 

 

Episodios de diarrea, distensión abdominal, sensación de dolor o de pesadez, gases… 

 

Algunos de los síntomas más evidentes de que algo no va bien son las dificultades digestivas. Y es que la alteración de la microbiota intestinal provoca estas reacciones. 

 

2# Alergias estacionales 

 

Un intestino permeable produce alteraciones en el sistema inmunitario, dejando de producir anticuerpos suficientes para atacar los alérgenos y agentes infecciosos. Y esto se puede ver reflejado en alergias estacionales, asma (estudio) o sinusitis crónica. 

 

#3 Enfermedades inflamatorias y cutáneas

 

Cuando las toxinas empiezan a afectar a nuestras células, se genera un desequilibrio en los procesos inflamatorios del cuerpo. 

 

Por ejemplo, cuando hablamos de la piel, las erupciones cutáneas causadas por eccemas o acné son síntomas generados por las toxinas que se filtran en la sangre y no son digeridas y eliminadas en el sistema digestivo. 

 

La permeabilidad intestinal se asocia también con la psoriasis (estudio). 

 

#4 Desequilibrios hormonales 

 

El intestino también participa en la actividad de algunas hormonas, por lo que si es permeable puede generarse un desequilibrio hormonal que acabe reflejándose en ovarios poliquísticos o en síndrome premenstrual. 

 

5# Dificultad para concentrarse, o desequilibrios del estado de ánimo como depresión y ansiedad

 

¿Sabías que más de la mitad de la serotonina se produce en el intestino? 

 

Es por eso que las personas con permeabilidad tienen tendencia a la ansiedad, la depresión, y otras alteraciones del ánimo. Incluso afecta a la capacidad de concentración (estudio).

 

A pesar de todo, las consecuencias sobre la salud de la permeabilidad intestinal no están del todo claras. Lo que sí sabemos es que hace falta algo más que esta permeabilidad para que la enfermedad se desencadene. 

 

Por ejemplo, encontramos gemelos con una permeabilidad similar en los que en uno de los dos se desarrolla la enfermedad, mientras que en el otro no. 

 

Esto, posiblemente, sea por la importancia de otros factores como el estrés, los hábitos alimenticios, la exposición a sustancias químicas, etc. 

 

Por ello, es positivo y beneficioso controlar los factores que influyen y pueden aumentar la permeabilidad intestinal. 

 

Factores que pueden aumentar la permeabilidad intestinal: dieta, estrés, fármacos y otros.

 

1# Factores Dietéticos 

 

La mala calidad de los alimentos que ponemos en el plato van debilitando las uniones estrechas y pueden provocar permeabilidad intestinal. 

 

El azúcar, el exceso de sal, los emulsionantes y surfactantes, y otros aditivos como los edulcorantes artificiales modifican la flora intestinal. 

 

También el café, el té y el gluten: diferentes estudios demuestran que tiene la capacidad de incrementar la permeabilidad intestinal (estudio).

 

2# El estrés 

 

El estrés es capaz de incrementar la permeabilidad intestinal mediante la activación del sistema nervioso autónomo, siendo capaz de desencadenar brotes de enfermedades inflamatorias.

 

De hecho, puedes llevar una alimentación limpia, eliminando el azúcar y los procesados de tu vida, limitando la sal y el gluten, y seguir aumentando la permeabilidad por culpa del estrés. 

 

Incluso se está estudiando la posibilidad de que reducir el estrés pueda ser suficiente para recuperar la permeabilidad intestinal y mejorar la tolerancia a determinados alimentos, aunque sigas una dieta mejorable. 

 

3# Fármacos y sustancias químicas 

 

Los antibióticos podrían considerarse como los enemigos número 1 de la salud intestinal, al igual que los antiinflamatorios no esteroideos. 

 

La polimedicación, es decir, la toma de múltiples medicamentos, tiene consecuencias irremediables sobre la salud gastrointestinal. Obviamente, tomar 10 pastillas al día tiene consecuencias. Por eso es importante tomar solo lo necesario.

 

Otro factor que empeora la permeabilidad es, como no, el alcohol (y sus metabolitos). Es más, se ha demostrado como el alcohol en personas con permeabilidad ya aumentada pequeñas cantidades pueden empeorar la situación. 

 

4# Otros factores 

 

Algunos otros factores que pueden empeorar la permeabilidad intestinal son:

 

  • Obesidad e inactividad física, al incrementar la inflamación sistémica basal, incrementan la permeabilidad intestinal. 
  • Enfermedades gastrointestinales importanes, como la salmonela, parásitos invasivos y otros virus agresivos. 
  • Disolventes utilizados en los productos de limpieza, o en pinturas, pintauñas… 

 

¿Y qué puedes hacer al respecto? 

 

Ahora ya tienes lo más importante, que es la información. 

 

Como ya hemos visto, los factores que pueden desencadenar o aumentar la permeabilidad intestinal tienen que ver, en gran parte, con tu estilo de vida. 

 

Mejorar la alimentación, beber suficiente agua, incluir movimiento en tu día a día y controlar el estrés puede ser un gran comienzo. Pero además, puedes mejorar la carencia de vitaminas B6 y zinc, que están implicadas en la producción de prostaglandinas (efecto antiinflamatorio).

 

También puedes incluir zinc, L-glutamina y L-arginina, siempre supervisado por un especialista. 

 

Y por último, añadir probióticos naturales, como la complementación probiótica, que al igual que en el anterior punto, te recomiendo que lo hagas bajo el asesoramiento de un especialista que te recomiende lo que mejor se ajuste a tu caso. 

 

En definitiva, se trata de un cambio de estilo de vida, al que si quieres, puedo acompañarte. 

 

En mis sesiones de coaching individual puedes aprender a hacer esos cambios para recuperar tu bienestar, con pautas detalladas a seguir, un menú semanal con recetas y lista de la compra para facilitarte la transición hacia tu nuevo estilo de vida. Mira toda la información justo aquí. 

 

Espero que este artículo te haya resultado útil, y si es así, no te olvides de compartirlo. Y si te ha quedado alguna duda o hay algo que te gustaría hacerme llegar, puedes utilizar los comentarios justo aquí abajo. 

 

Depresión, agotamiento, dolor de cabeza, gases o sensación de hinchazón… Estos síntomas puede ser tan solo la punta del iceberg de todo lo que guardas en tu interior. Y no son estados normales, te lo aseguro.

Los síntomas que reflejan la candidiasis es la forma que tiene tu cuerpo de comunicarte que algo no anda bien.

A la hora de hablar de candidiasis solemos asociarlo con personas que la padecen con unos síntomas muy claros, como irritación o molestias (muy molestas, por cierto) en las mucosas vaginales. Lo que muchas desconocen es que hay personas que sufren candidiasis de manera crónica, con síntomas “menos claros” que han terminado normalizando en su día a día. Hay un 65% de mujeres que padecen candidiasis crónica sin saberlo.

Por eso mismo, hoy quiero hablarte de lo que realmente es la candidiasis, qué es lo que te está tratando de decir y cómo puedes empezar a eliminarla.

¿Cómo descubrir si tienes candidiasis?

Empecemos por la teoría. La candidiasis es una infección que afecta al intestino delgado y que es causada por un hongo llamado Cándida Albicans. Este hongo está repartido por muchas partes del cuerpo y aunque por lo general nuestro organismo está diseñado para mantenerlo en equilibrio, la cándida puede alterarse y provocar la infección.

Pues bien, una de las primeras dudas que nos surgen a la hora de hablar de candidiasis como origen de un problema más profundo es saber si la tenemos o no.

Aunque la candidiasis comienza en primer lugar en los intestinos, las toxinas que libera en el torrente sanguíneo hace que pueda llegar a cualquier otro órgano o parte del cuerpo.

Lo normal es que se manifieste en lo que conocemos como la cavidad oral, en el tracto intestinal y en nosotras también aparece en la zona vaginal. También puede aparecer en las uñas, en la espalda o en cualquier otra zona del cuerpo.

Como te decía, en muchos casos hay evidencias claras de que tenemos candidiasis. Pero hay personas que, sin embargo, sufren de candidiasis crónica y no lo saben.

Estos son algunos de los síntomas propios de la candidiasis

 

    • Depresión, ansiedad y fatiga. Te sientes cansada aunque duermas lo suficiente.
    • Mente confusa o lenta, incluso tienes mucha dificultad para tomar decisiones.
    • Ansiedad por dulces y carbohidratos, con impulsos incontrolables por comerlos.
    • Dolor de cabeza, apatía y malestar general.
    • Problemas intestinales como gases, flatulencias, diarreas o estreñimiento.
    • Problemas estomacales como ardor o reflujos ácidos.
    • Sarpullidos en la piel, picores
    • Retención de líquidos.
    • Lengua blanca, seca y/o pastosa.
    • También infecciones frecuentes o crónicas como cistitis u otitis o sinusitis.
    • Olor corporal fuerte y desagradable, necesidad de ducharse o cambiarse la ropa continuamente
    • Flujos vaginales abundantes y de olor fuerte, a veces blanquecinos y pastosos.

 

Puede ser que lleves tiempo padeciendo alguno o muchos de estos síntomas y los hayas normalizado y “hecho tuyos”: te has resignado con que tu cuerpo es así y ya está.

Lo que no sabes es que detrás de esos síntomas hay un mensaje que no estás sabiendo descifrar. Simplemente, tu sistema flora bacteriana está desequilibrada y necesita de tu ayuda.

Para que puedas confirmar el diagnóstico de la candidiasis, puedes optar por varias opciones. Una de ellas es hacerte un análisis de sangre para ver tu nivel de eosinófilos. También puedes escoger hacerte un test de orina para ver el nivel de arabinosa, o cultivos microbiológicos para ver la presencia de levaduras.

Más allá de estas pruebas, también puedes observar e identificar los síntomas que te describía antes o probar con el test del vaso y la saliva que Andreas Moritz explica en su libro “Los secretos de la Salud”. 

Estás a tiempo de recuperar el equilibrio: 5 consejos para empezar a acabar con la candidiasis

La candidiasis no se soluciona sola. Tienes que hacer cambios si quieres volverla a equilibrar.

Hay muchas cosas que puedes hacer para recuperar el equilibrio. Puedes empezar probando estos 5 consejos para ver si sientes mejoría:

  1. Elimina de tu alimentación el azúcar refinado, las bebidas alcohólicas, las levaduras y el gluten. Además de aumentar los niveles de glucosa en sangre, la cándida se alimenta directamente de estos alimentos.
  2. Evita consumir peces de piscifactoría y carne no ecológica: los peces están llenos de mercurio y la carne llena de hormonas y medicamentos, lo que no favorece nada a tu sistema inmunológico.
  3. Evita usar antibióticos, ya que son los encargados de destruir tu flora intestinal (pero no la candidiasis). Tampoco son recomendables los anticonceptivos orales, ya que no son compatibles con un sistema inmune saludable.  
  4. Prueba a sustituir el agua del grifo por agua filtrada. El agua del grifo contiene cloro y flúor (entre otras muchísimas sustancias tóxicas), grandes enemigos de de la flora intestinal. 
  5. Incorpora antifúngicos naturales (como el ajo y el jengibre), probióticos que te ayuden a repoblar tu flora intestinal y refuerza tu sistema inmune con descanso y ejercicio moderado.

 

Sé perfectamente que hacer todo esto sola puede parecerte muy complicado. De hecho, estoy casi segura que al leer estos consejos no sepas escoger por cuál empezar. Además haciendo estos cambios puedes mejorar, pero para equilibrar la cándida es necesario un protocolo específico.

Este año es el primer año que voy a lanzar mi primer programa grupal anticándidas. Ya he acompañado a muchas mujeres con este programa en mis sesiones individuales, pero este año he decidido ayudar a muchas mujeres a la vez en este proceso, porque es el origen de muchas  enfermedades y síntomas crónicos que mejoran enormemente y pueden llegar a revertirse si equilibras este microbio que habita en nuestros intestinos.

Iremos juntas de la mano para que no camines sola y llegues más lejos en este camino.

Haz clic y mira todos los detalles de este programa grupal anticándidas.

Espero que este artículo te haya ayudado a entender que tu estado no es normal y que está en tus manos cambiarlo y volver a recuperar tu vitalidad y tu salud. 

Me encantará conocer tu caso: ¿has sufrido alguna vez candidiasis? ¿Te identificas con alguno de los síntomas?¿Quieres apuntarte al programa grupal?

 

Cuando llega la menopausia, todo se transforma. Una etapa nueva llega, llena de cambios, y a veces puede costarnos adaptarnos. 

 

Sé que muchas mujeres, tanto por los síntomas físicos como por ejemplo los sofocos, como por los emocionales y mentales como la irritabilidad, no disfrutan de esta nueva fase en la vida. 

 

Sin embargo, con unos pequeños cambios en tu estilo de vida puedes volver a conectar con tu cuerpo y empezar a vivir la menopausia de una forma más saludable. 

 

Prepararse para la menopausia 

Tanto si ya estás llegando a la menopausia como si sientes que falta poco, anticiparte te ayudará a disminuir la mayoría de los síntomas más molestos que suelen ocurrir. 

 

Cuando tu cuerpo está bien nutrido, funciona mejor. Productos como los lácteos, los procesados o el alcohol recargan tu hígado y empeoran todos los procesos hormonales, incluyendo por supuesto la menopausia. 

 

Si tienes en cuenta esto y comienzas a priorizar una alimentación limpia, estarás permitiendo que tu organismo fluya mucho mejor en sus procesos naturales. Y por supuesto, la llega a la menopausia será mucho menos tormentosa. 

 

Este consejo sirve para cualquier etapa de tu vida. Un estilo de vida que no entorpezca nuestros ciclos naturales se verá reflejado siempre en nuestro bienestar. 

 

El problema viene cuando en nuestro día a día faltan verduras, frutas, descanso y ejercicio, y sobran refinados, sedentarismo, sustancias tóxicas y estrés. Es aquí cuando nuestro cuerpo necesita un esfuerzo extra, y todo se nos hace cuesta arriba. 

 

Así que si comienzas a prepararte cambiando algunos hábitos por otros más amorosos con tu cuerpo sentirás automáticamente como te lo agradece. 

 

Tengo la menopausia, ¿y ahora qué? 

La menopausia no llega de un día para otro, es un proceso en el que poco a poco vamos dándole la bienvenida a nuevas sensaciones, a reconocer nuestro cuerpo desde otros ángulos y a entender los mensajes que nos lanza. 

 

Con la menopausia todo es completamente diferente, y por eso tener unos hábitos saludables mejorarán tu vida a partir de ahora. 

 

Estos hábitos han de ser sencillos, llevaderos y sostenibles en el tiempo. Muchas veces nos planteamos hacer un cambio de vida radical de un día para otro, y eso hace que tiremos la toalla en unas semanas. 

 

Por eso quiero proponerte algunas pautas para que vayas incorporando poco a poco de forma paulatina cambios en tu día a día. Son súper sencillas, toma nota:

 

Camina 10.000 pasos diarios. 

¿Cuál es tu actividad física en este momento? Si no sabes cuántos pasos caminas, puedes saberlo instalando una aplicación gratuita de podómetro en tu teléfono y descubrirlo. Lo ideal es que cada día esté entre 8.000 y 10.000 pasos.

 

Salir a caminar media hora al día te ayudará a mantenerte activa, y eso no solo estará contribuyendo a tu salud arterial y previniendo la pérdida de masa ósea, también te ayudará a mantener el sobrepeso a raya y a sentirte mucho más ágil mentalmente. 

 

Por supuesto, si hay otro deporte que te guste, bienvenido es. Natación, yoga, baile… elige el que más te guste y con el que mejor te sientas. 

 

Cuida tu salud emocional 

Tu salud física es importante, pero no te olvides que somos un todo. Cuidar tu bienestar emocional es esencial, ya que te permitirá estar con mejor ánimo, gestionar la ansiedad y la tristeza que puedan aparecer y a hacer que esta revolución hormonal sea más llevadera. 

 

Y ojo, porque estar emocionalmente sano no significa no pasar por malos días, sino más bien aprender a gestionarlos y recuperarse ante la adversidad. 

 

Para fortalecer tu salud emocional, la salud física es importante (volvemos a la idea de que somos un todo), pero además hay otros aspectos a tener en cuenta. 

 

Uno de ellos es el de trabajar la comunicación y tratar de fortalecer tus relaciones personales, así como la forma en la que te hablas a ti misma. Tratarte desde el amor, aprendiendo a gestionar el estrés y priorizando tus paz, te ayudará muchísimo. 

 

Aprender ejercicios de relajación también te puede ayudar a mejorar la dispersión mental y los problemas de concentración. 

 

En este punto, no descartes la posibilidad de empezar un proceso terapéutico si sientes que es el momento de sanar el pasado y empezar esta nueva etapa con una salud emocional fortalecida. 

 

Mima tu suelo pélvico 

Si todavía no lo has hecho, este es el momento. Realizar ejercicios de fortalecimiento puede prevenir y retrasar la aparición de la incontinencia urinaria y el prolapso genital, especialmente si has tenido hijos. 

 

La carencia hormonal hace que este proceso se acelere, pero conociendo y entrenando el suelo pélvico unos minutos al día podrás prevenir su deterioro. 

 

 

Alimentación, fundamental 

Lo que pones en tu plato puede marcar realmente la diferencia durante la menopausia. Cada mujer es un mundo y tiene unas necesidades completamente diferentes, pero en esta etapa más que nunca, la alimentación es fundamental. 

 

De forma general, te recomiendo llevar una alimentación basada en vegetales, frutas, legumbres, cereales completos en grano y frutos secos y semillas. 

 

Eliminar el alcohol, el azúcar, las harinas, el café y los lácteos te ayudará a prevenir la inflamación.

 

Una pauta pro-hormonal supervisada por un especialista es lo ideal. Esto te asegurará que en tu menú no sobra ni falta ningún elemento, y será mucho más sencillo para ti. 

 

Quiero dejarte el testimonio de una mujer maravillosa con la que acabo de terminar un proceso individual, para que leas de sus propias palabras su transformación al cambiar su pauta de alimentación: 

 

Cuando me puse en contacto con Eva hace 2 meses y medio, tenía un sobrepeso de aproximadamente 8 kg que gané paulatinamente desde que llegué a Alemania. Además de ésto, la insatisfacción de no saber cómo alimentarme teniendo en cuenta la diferencia del clima. Mi ciudad natal es siempre cálida y venía acostumbrada a otro tipo de alimentación. Quería recuperar el sentirme bien nutricionalmente y con mi cuerpo, pues creía que ya en tiempos de menopausia, recuperar mi peso anterior iba a ser difícil.

 

Me sentía infeliz con mi cuerpo y totalmente incoherente conmigo misma.

 

Durante estas semanas recordé cómo es sentirte activa y saludable sólo tras una semana de trabajo con ella. Mi cuerpo empezó a recordar lo que le sirve y lo que no, y hábitos que había adquirido, como tomar café después de la comida, desaparecieron por completo.

 

Ahora me siento muy feliz. No sólo bajé los 8 kg, sino que fuí más allá de mis creencias. Si bien no me gusta cocinar, comprendí su importancia si quiero sentirme saludable. 

 

Ya dejó de ser un mito la menopausia y me siento completamente comprometida con mi salud, mi nutrición y mi auto-observación. Tengo más energía para desarrollar mis tareas, me siento también más creativa y mucho más fuerte físicamente.

 

Alessandra tiene 48 años, y como ves su transformación no solo es física, sino que se ve reflejada en muchas otras áreas de su vida. 

 

Nada puede ayudarte más en esta etapa que sentirte arropada, guiada y con apoyada desde el amor. Si quieres que te acompañe en este proceso, aquí te dejo la información de mis sesiones individuales. Estaré encantada de hacer este viaje contigo. 

 

Y por último, recuerda que lo más importante es recibir esta nueva etapa con los brazos abiertos, desde la aceptación y tomándolo como una oportunidad para seguir profundizando en tu crecimiento como mujer. 

 

Estaré encantada de leerte en los comentarios si tienes alguna duda sobre la menopausia. 

 

Si estás pensando en cambiar tu alimentación, puede que una vocecita dentro de ti te diga que mejor esperes a después de vacaciones. 

 

Total, así podrás ir de exceso en exceso este verano sin remordimientos, y ya de cara al nuevo curso ponerle “solución”.

 

¿Sabes cómo se llama esto? Procrastinar. Y es el hábito que se ha cargado más sueños en este mundo.

 

Déjame decirte algo: si estás pensando en transformar tu estilo de vida, hoy es el mejor día para empezar los cambios que te harán sentir muchísimo mejor. 

 

Si tienes malas digestiones, hinchazón, sobrepeso, agotamiento, falta de energía y cero vitalidad, las vacaciones pueden ser el mejor momento para comenzar el cambio. 

 

¿No me crees? Sigue leyendo 🙂

 

¿Qué hay detrás de la procrastinación? 

 

La procrastinación es uno de los mayores enemigos de nuestras metas y de nuestros sueños. Todas la hemos experimentado alguna vez y muchas personas han literalmente pasado décadas de su preciosa y única vida “procrastinando” o aplazando los sueños que tenían desde la niñez. 

 

El primer paso para dejar atrás la procrastinación es detectar qué es lo que verdaderamente se esconde detrás de ella. Aquí tienes las 8 principales causas:

 

 

  • Pensamiento en el futuro: generalmente sobreestimamos la creatividad y la motivación que tendremos “mañana”: “empezaré la dieta tras las vacaciones”, “no puedo comer sano el día de mi cumpleaños, empezaré mañana”, “después de Navidad empezaré a comer mejor”. ¿Te resultan familiares estos argumentos? Pues son técnicas de procrastinación que se apoyan en la falsa creencia de que tendremos más motivación y estaremos más preparadas para hacer las cosas en un futuro más o menos cercano que ahora.
  • Dependencia en nuestro estado de ánimo: creemos que necesitamos tener un estado de ánimo adecuado para empezar un proyecto o idea y llevarla a cabo de forma exitosa: “estoy muy estresada en el trabajo ahora, no puedo pensar en comer bien”, “estoy de mal humor, no es un buen momento para empezar una dieta”. La realidad es que, si esperas a estar del humor “adecuado” para empezar a comer sano, es muy probable que, si alguna vez empiezas, lo dejes cuando tu estado de ánimo cambie.
  • Pensar en 2 dimensiones: esto ocurre cuando intentamos hacer frente a todo el objetivo de golpe: el principio, la parte de en medio y el final. Por ejemplo, considerar los 25 kilos que tenemos que perder como un paso único y grande. Si no descomponemos nuestro objetivo final en objetivos más pequeños y manejables e identificamos las acciones que hay que hacer inmediatamente, podemos caer en la procrastinación porque no tenemos prioridades. Por ejemplo, podemos descomponer nuestro objetivo de perder 25 kilos y comer limpio en: primera tarea, eliminar toda la comida basura y poco saludable de nuestra nevera y despensa. Este es un objetivo manejable y claro. Después de esto se puede crear una lista con 20-30 tareas manejables y hacerlas 1 a 1: dar un paseo de 30 minutos, hacer una ensalada, revisar en mi diario mis antiguas creencias limitantes…  
  • Perfeccionismo: el perfeccionismo no es bueno. La necesidad de hacerlo todo perfecto supone metas a veces inalcanzables y nos conducen a la procrastinación. El miedo a fallar y a cometer errores nos paraliza, así como el miedo a hacer el ridículo o decepcionar a alguien hace que las metas se pospongan en el tiempo pensando que cuando llegue la nueva ocasión lo intentaremos más duramente y así el ciclo empieza de nuevo. La creencia de o todo perfecto o nada es una de las más perjudiciales.
  • Miedo: el miedo genera procrastinación cuando esperamos que evitando algo que tenemos que hacer este proyecto desaparezca. Al final fallamos en conseguir las cosas porque al retrasarlo todo llega un momento que nos sentimos totalmente sobrepasados. Se confirma así nuestro miedo y fallamos, cerrándose el círculo vicioso.
  • Confusión en valores y metas: cuando no tienes claro por qué estás haciendo algo, al final no lo haces. SI tus metas no están alineadas con tus valores, seas o no consciente de éstos, hay más probabilidad de que acabes procrastinando. Por eso es tan importante definir correctamente los objetivos y las metas.
  • Indecisión: a veces tenemos tantas ideas y planes que nos atascamos porque no sabemos qué hacer primero. ¡El mejor enfoque es hacer algo! Y si luego la elección no parece la más apropiada simplemente se cambia.
  • Premiar la procrastinación: las recompensas pueden ser uno de los orígenes de la procrastinación. Por ejemplo, la recompensa de dormir 30 minutos más cada mañana hace que no hagamos deporte matinal, la recompensa de tomar un trozo de queso retrasa nuestro objetivo de comer sano. Siempre es menos doloroso eliminar estas recompensas a corto plazo que tener que hacer frente a los efectos a medio/largo plazo.

 

 

Técnicas para eliminar la procrastinación de tu vida para siempre

El primer paso es identificar el verdadero motivo por el que estás procrastinando. Y sí, por si te lo estás preguntando, pueden ser uno o varios. 

 

Una vez puesta conciencia sobre ello, puedes empezar a poner en práctica algunos tips. Para ello, te invito a coger papel y boli y hacer el siguiente ejercicio. 

 

Anota en media hoja las diferentes formas en las que has procrastinado en los últimos años, especialmente las que tenían que ver con conseguir un mayor bienestar físico, mental y emocional. Haz un listado de todas esas situaciones. 

 

Cuando ya lo tengas, reflexiona sobre qué se escondía detrás de ello. Ya sea miedo, perfeccionismo, pensamiento en el futuro… 

 

El objetivo de este ejercicio es que encuentres un patrón, que puedas identificar realmente qué es lo que te lleva a procrastinar y te aleja realmente de lo que tú quieres en tu vida. 

 

El siguiente paso es utilizar la otra mitad de tu hoja para anotar tus objetivos de salud y bienestar, y descomponerlos en ideas pequeñas y manejables. 

 

Te pongo un ejemplo para que lo veas más claro: si tu objetivo es poder caminar sin ahogarte, ideas pequeñas y manejables pueden ser comprar unas zapatillas de deporte cómodas, empezar a salir a caminar todos los días 15 minutos al despertar, anotar en un cuaderno las sensaciones que llegan cada día después de andar y tu evolución… 

 

Esto te ayudará a ir consiguiendo pequeñas victorias que te motivarán y con las que procrastinar dejará de ser una opción. 

 

Por último, vamos a por el reto: anota 5 ideas que vas a implementar durante estas vacaciones. 

 

Por ejemplo:

 

  • Caminar todos los días al despertar 15 minutos.
  • Beber 2 litros de agua pura al día.
  • Agradecer cada noche por 3 cosas buenas que te hayan pasado ese día.
  • Comer una ensalada al día. 
  • Leer al menos 3 páginas de un libro de desarrollo personal o bienestar.

 

Son solo ejemplos para inspirarte, pero como ves la idea es empezar con pequeños cambios hoy mismo, sin tener que esperar a mañana para hacerlo, y mucho menos a que se acabe el verano. 

 

Te aseguro que si empiezas hoy, mañana te lo agradecerás a ti misma infinitamente. 

 

Recuerda que no hace falta que todo sea perfecto: como en todo, buscamos el equilibrio. Si un día tus antiguos hábitos se hacen protagonistas, no tienes por qué dejar de lado tus objetivos. Simplemente, al día siguiente, retoma por donde lo dejaste. 

 

Y por supuesto, si quieres puedes pasar a la acción hoy mismo y hacerlo acompañada con un plan individualizado y adaptado a tu caso. En mis sesiones de coaching nutricional encontrarás el apoyo que necesitas para hacerlo de la mejor forma posible. 

 

Mira aquí la información de mis sesiones de coaching individual. 

 

Cuéntame, ¿qué metas te has puesto para este verano? Me encantará leerlas.

¿A ti también te cuesta encontrar tiempo para preparar comida saludable? Es normal que después de un día agotador, tu prioridad no sea precisamente pasar una hora en la cocina. 

 

Si esto resuena contigo, probablemente también seas de las que opta por opciones rápidas con las que salir del paso. Abres la nevera y preparas lo que sea más rápido. O llamas por teléfono y pides algo a domicilio. 

 

Son pequeñas decisiones como esta las que te están alejando del bienestar, ya que estas opciones rápidas e improvisadas son muchas veces las menos recomendables para tu salud. 

 

Pero sí, sé que encontrar ese tiempo para preparar comida saludable es complicado, especialmente entre semana. 

 

Por eso, después de haber trabajado durante estos años con tantas clientas que sentían que no tenían tiempo para preparar comida saludable, he recopilado los consejos que te ayudarán a hacerlo fácil, rápido y sin desperdiciar tu energía. 

 

Método probado hasta para las vidas más ocupadas 🙂

 

5 tips para preparar tu comida saludable fácil y rápido 

 

Decidir qué vas a desayunar, comer y cenar cada día es agotador. No solo es una inversión de energía y tiempo que podrías dedicar a otra cosa, sino que además te puede llevar a la improvisación, al desorden y a terminar poniendo en tu plato comida no saludable con tal de comer algo. 

 

Por eso, mi consejo estrella es siempre planificar. Si planificas tu menú semanal, podrás anticiparte, saber qué ingredientes te faltan para ir a comprarlos y además te ahorrarás esa decisión diaria. 

 

1. Lava y corta en cuanto llegues 

 

Necesitas un menú y una lista de la compra que permita cocinarlo. Después de saber qué ingredientes son los que necesitarás la próxima semana, ve a comprarlos y al volver a casa reserva media hora para lavar, cortar y almacenar tus frutas y verduras. 

 

Esta tarea que para muchas se ha convertido en un ritual es perfecta para ahorrar tiempo durante el resto de días siguientes: tendrás listos los ingredientes para tu licuado o batido, para tus ensaladas, para tus salteados… 

 

Pon tu música favorita de fondo y ve organizando todo para dejarlo listo para usar. Una pequeña inversión de tiempo que te ahorrará horas durante la semana. 

 

2. Cocina por lotes

 

Ya te he hablado alguna vez de la técnica del batch cooking, y cuando se trata de llevar una alimentación saludable sin complicarse la vida, es perfecta. 

 

Se trata de cocinar por lotes y por adelantado los menús de la semana, o al menos lo que más tiempo te vaya a llevar preparar: puedes hacer las verduras al horno, los purés y sopas, arroz, o cualquier guiso que incluya tu menú esa semana. 

 

Puedes guardarlo en raciones individuales en el congelador y la noche anterior, revisando tu planificación, sacar todo lo que vayas a necesitar ese día. 

 

La comida casera puede durar entre 3 y 6 meses en el congelador, siempre que estén almacenadas en recipientes herméticos. Hablando de esto, te recomiendo hacerte con tuppers de calidad, preferiblemente de cristal, como estos. Si usas plástico, utiliza aquellos libres de BPA, como estos. 

 

Otra buena idea es hacerte con bolsas de silicona en las que poder guardar tus alimentos. Me gustan porque son reutilizables y son perfectas para guardar tu verdura y fruta troceada, e incluso transportarla si te hace falta. 

 

3. Licúa tu desayuno 

 

No se me ocurre mejor manera de empezar el día que con un licuado o batido. Y sí, soy consciente que lavar, pelar y trocear los ingredientes lleva un tiempo que no tenemos por la mañana, pero precisamente los dos consejos anteriores son perfecto para ello 🙂

 

Si dejas lavada y troceada la fruta y verdura que vayas a poner en tu licuado o batido, e incluso si lo almacenas ya por recetas incluyendo en un mismo recipiente todos los ingredientes, será tan fácil como despertar, abrir tu nevera, licuar o batir, y listo. 

 

4. Hazte la vida fácil

 

Este es uno de mis consejos favoritos a la hora de llevar un estilo de vida saludable. Lo que buscamos es crear algo a largo plazo, y ponértelo fácil será la foma de conseguirlo. 

 

¿Por qué complicarnos con cosas que sabemos que al final resultarán casi imposibles de llevar a cabo? La idea es ir poco a poco incorporando nuevos hábitos hasta que se te hagan sencillos y puedas ir incorporando otros. 

 

En tu planificación semanal, sé un poco más amable contigo y planea recetas que sean accesibles para ti, con las que ya estés familiarizada y que sepas que no te llevarán mucho tiempo preparar. 

 

Y deja esa receta que tanto te apetece probar para el fin de semana, cuando sepas que tendrás tiempo y energía para hacerlo. 

 

5. Ten un plan B

 

Por más que lo tengas todo planificado, la vida ocurre, y muchas veces tenemos días complicados en los que no estarás de humor para cocinar. 

 

Para estos días, un plan B será tu salvación. La idea es que cuando esto pase, que pasará, recurrir a la comida chatarra no sea tu única opción. 

 

Porque sí, tienes más opciones. Por ejemplo, puedes buscar take aways o entregas a domicilio de alimentos saludables pedirlo en días como este. 

 

Otra opción es cocinar algunas comidas saludables que te gusten y congelarlas, o usar todas las verduras que tienes troceadas para preparar una ensalada rápida en 5 minutos

 

En este sentido, los botes de legumbres y verduras en conserva pueden salvarte, ya que simplemente tendrás que aclararlos y estarán listos para usar. 

 

Sea como sea, ten claro tu plan B para que la improvisación no te lleve a volver a llenar tu cuerpo de procesados por la noche. 

 

Bonus extra 

 

Como consejo extra, una buena idea si estás tratando de simplificar tu estilo de vida saludable para que sea mucho más sencillo y apetitoso, es tenerlo todo listo: menú, listas de la compra y recetas. 

 

Para ello he creado los menús semanales completos Viva el Verano, una guía detallada con más de 120 recetas saludables y veraniegas, planificadores semanales, listas de la compra con todos los ingredientes necesarios y además recomendaciones para que este verano sea tu verano más saludable. 

 

Además, he incluido como regalo una tabla de equivalencias para que sepas como sustituir ingredientes por otros, y el miniebook Tu despensa saludable, con todo lo que puedes incluir en tu despensa para poder crear e improvisar en tu cocina día a día.

 

>> Hazte con los menús Viva el Verano y aprovecha el verano para cuidarte y quererte. 

 

Cuéntame, ¿tienes algún truco para ahorrar tiempo y poder mantener tu estilo de vida saludable? 

 

¿Qué comer en una alimentación anticándidas? 

 

La candidiasis se produce cuando hay un desequilibrio en nuestra flora bacteriana hacia los microorganismos no beneficiosos como la cándida albicans. 

 

Normalmente se manifiesta por hongos vaginales o en cualquier otro sitio en el cuerpo: pies, uñas, boca… Otras veces se manifiesta a través de otros síntomas como el cansancio, la depresión, deseo constante de dulce, neblina mental, falta de voluntad, sensación de impotencia ante la vida, gases, hinchazón, malas digestiones, dolores en las articulaciones, imposibilidad de perder peso…

 

La cándida, cuando está en mayoría, es muy agresiva y se apodera de nuestra energía vital.

 

Para restaurar el equilibrio hay que debilitar a la cándida y luego matarla con antifúngicos. Y para debilitarla hay que dejar de comer dulce, incluyendo todas las frutas y algunas verduras como la zanahoria y la remolacha. Se ha de eliminar también el gluten.

 

Es precisamente esto lo que ocasiona la duda: sin frutas, sin alguna de las verduras que suelo comer, sin gluten… ¿Qué puedo comer entonces? 

 

Aquí tienes un listado con los alimentos que puedes incluir en tus platos y un menú completo de un día con una dieta anticándidas para que veas que no resulta tan complicado. 

 

Alimentos recomendados en una alimentación anticándidas

 

Aquí tienes una lista de los alimentos que no pueden faltar en tu despensa. Anota los que te falten para la próxima lista de la compra: 

 

  • Frutos secos crudos (mejor remojados): almendras (es el fruto seco más adecuado para este programa), nueces, nueces de macadamia, nueces pecanas, nueces de Brasil, avellanas.
  • Semillas: lino, sésamo, amapola, pipas de calabaza, pipas de girasol o semillas de cáñamo.
  • Algas, pequeñas cantidades diarias.
  • Cereales libres de gluten como la avena sin gluten, la quinoa, el amaranto, el trigo sarraceno, el arroz integral, el maíz (sólo si es ecológico), el teff o el mijo.
  • Huevos ecológicos.
  • Pescados pequeños o blancos, como las sardinas o lenguado.
  • Vegetales todos, excepto: zanahorias, remolacha, boniatos, yuca, calabaza, setas, champiñones, habas tiernas, guisantes en conserva y maíz dulce.No abusar de la soja. No tomar productos de soja fermentada (miso, temphe, salsa tamari, yogur…)
  • Germinados de alfalfa, brócoli, lentejas, cebolla, puerro, alfalfa, garbanzo o judía mungo.

Con estos alimentos hay muchísimas combinaciones y tendrás opciones para no aburrirte. Para que te hagas una idea, te he preparado un ejemplo de un menú de un día completo con estos ingredientes.

Menú de un día completo con una alimentación anticándidas

 

Más allá de las recetas, es importante en la alimentación anticándidas el componente emocional. Descansar, regalarte cada día unos minutos para ti y tratarte con amor marcará la diferencia.

 

Como siempre te digo, cocinar es otra forma de decir(te) te amo. Prepara tu comida desde el amor, sabiendo que estás haciéndolo por ti, porque te lo mereces y porque pronto verás reflejados los resultados en tu salud. 

 

Es normal, especialmente si no has llevado una pauta muy sana últimamente, que la adicción al azúcar y a otras sustancias como la cafeína te generen ansiedad. No la niegues, simplemente identifica lo que ocurre y no te juzgues, acepta que está ahí, que está bien y que tú eres más poderosa que esa sensación. 

 

Y ahora sí, vamos a ver el menú del día completo. 

 

Desayuno: Porridge de avena 

  • 1 dl de copos de avena sin gluten
  • 2,5 dl de agua filtrada
  • 1 pizca de sal
  • 1/2 vaso de leche de almendra
  • 1 cucharadita de canela
  • 1 cucharada de semillas de lino molidas

 

Preparación: pon los copos, el agua y la sal en un cazo al fuego. Cuando empiece a hervir baja el fuego, remueve y deja cocer un par de minutos. Sirve en un cuenco. Añade la canela, las semillas molidas y la leche de almendra.

 

Comida: crema de brócoli y puerros con pescado blanco.

  • 1 brócoli pequeño, troceado
  • 2 puerros medianos, sólo la parte blanca, bien lavados y troceados
  • 1 cucharada de aceite de coco
  • Sal marina
  • Agua filtrada
  • Cilantro fresco ( o cualquier otra hierba aromática que te guste) y pimienta cayena

 

Preparación: en una cazuela, rehogar los discos de puerro con el aceite de coco. Añadir el brócoli troceado. Darle unas vueltas. 

 

Añadir agua hasta cubrir por la mitad. Dejar hervir 5 minutos. Añadir el cilantro y un poco de pimienta cayena. Dejar reposar fuera del fuego 5 minutos. 

 

Pasar el contenido de la cazuela al procesador de comida o batidora (termo resistente) y batir bien hasta que la crema esté en el punto de cremosidad deseada. Servir como acompañamiento de una ración de pescado blanco hervido, desmigado y servido con un picadillo de perejil y ajo.

 

Cena: tortilla con aguacate y aceitunas

  • 2 dientes de ajo, bien picaditos
  • 2 huevos ecológicos
  • 1/2 aguacate cortado a rodajas
  • 6-7 aceitunas negras deshuesadas (que no vayan con vinagre)
  • 1c de aceite de oliva o de coco
  • 2c de perejil picado

 

Preparación: batir los huevos en un cuenco. Añadir el perejil y seguir batiendo.

Calentar aceite en una sartén a fuego medio y saltear los ajos picados. Añadirlos a los huevos batidos. Añadir la mezcla de los huevos a la sartén y dejar cocer durante unos minutos, a fuego bajo.

 

Añadir el aguacate y las aceitunas a la tortilla y doblarla por la mitad. Servir con hojas verdes aderezadas con limón.

 

Como ves, son platos sencillos y muy ricos. Aunque es un ejemplo, la idea es que la alimentación anticándidas la hagas con acompañamiento para asegurar que no te dejas ningún nutriente fuera de tu menú. 

 

En mis sesiones de coaching nutricional 1:1 puedo acompañarte, y además tendrás acceso a la Escuela Come Sano y Quiérete donde mujeres como tú están siguiendo ya su pauta anticándidas y podrás compartir con ellas sensaciones, dudas y progresos. 

 

No tienes por qué hacerlo sola. Mira la información del acompañamiento aquí. 

 

¿Has seguido ya alguna vez una alimentación anticándidas? ¿Cómo fue tu experiencia? 

 

¿Cómo gestionar el hambre emocional? ¿Por qué a veces creemos que comer nos ayudará a sentirnos mejor?

Seguro que te ha pasado. Has tenido un día estresante en el trabajo, has discutido con tu pareja y te sientes triste.

Lo primero que haces al llegar a casa es atracar el frigorífico o la despensa. 

Y además vas a elegir chocolate, pizza, helado, comida rápida o cualquier tipo de alimento con el que tratar de evadirte.  

Pues verás, tengo una buena y una mala noticia para ti. 

La mala es que la comida no soluciona los problemas emocionales, los empeora. 

La buena es que el hambre emocional se puede trabajar. ¿Quieres saber cómo? Sigue leyendo 🙂 

El hambre emocional no se puede llenar con comida

Utilizar la comida como una herramienta de consuelo y de evasión es mucho más común de lo que piensas. 

De hecho, yo misma la utilicé para aliviar mis inseguridades. Pensaba que la comida me reconfortaba, que me ayudaba a calmar los miedos, que con ella dejaba de sentirme tan sola y triste. 

Pero no era así. 

Por más que comía y comía, esas sensaciones no desaparecían. Es más, iban en aumento. Cada vez me sentía más sola, más insegura y además gané algunos kilos, lo que me hizo caer en la bulimia. 

De esto han pasado ya unos años, pero sé de primera mano cómo te sientes, y por eso sé que lo primero es asumir que la comida no es la solución a tus problemas. Lo segundo, saber que no estás sola en esto

Habla sobre lo que te ocurre, exteriorízalo, y si no encuentras a nadie con quien hacerlo, recuerda que puedes contar conmigo. 

Reconciliarte contigo misma y con la comida es imprescindible si quieres estar en paz. 

El círculo vicioso del hambre emocional

Ya hemos visto que comer para calmar la angustia, la tristeza, el agotamiento, el estrés, la soledad o el enfado, no es la solución.

Así no conseguirás calmar estas emociones y entraras en el Círculo Vicioso del Hambre Emocional.

Te lo explico con este gráfico: 

Cómo gestionar el hambre emocional - Begreenchica

Fuente: HELPGUIDE ORG INTERNATIONAL

 

¿Cómo saber si es hambre emocional? 

Te propongo un pequeño test para que puedas reconocer algunas rutinas asociadas al hambre emocional:

  1. ¿Comes más cuando tienes estrés o te sientes agobiada?
  2. ¿Comes sin hambre o incluso cuando ya estás saciada?
  3. ¿Comes para sentirte mejor cuando estás triste, con ansiedad, aburrida, enfadada o irritable?
  4. ¿Te recompensas con comida?
  5. ¿La comida te hace sentir segura? 
  6. ¿Te sientes fuera de control con la comida?

 

Si te identificas con alguna de estas situaciones, es posible que ya estés atrapada en el círculo vicioso del hambre emocional.

Puede que comer te siente bien al principio, pero los sentimientos siguen ahíY a menudo te sientes peor que antes debido a la comida innecesaria que acabas de consumir.

Cuáles son las emociones que causan el hambre emocional

El primer paso para poner fin a este círculo vicioso es conocer cuáles son las emociones que causan el hambre emocional para poder así anticiparte.

Toma nota de las causas más comunes del hambre emocional son:

 

Estrés

¿Has notado que el estrés te da hambre? 

Es totalmente normal, ante una situación de estrés se dispara el cortisol y el cuerpo te pida alimentos salados, dulces y fritos, alimentos que te van a dar una falsa explosión de energía y placer.

Así que la ecuación es clara: a mayor estrés más probabilidades de recurrir a la comida para calmarte.

 

Aburrimiento o sensación de vacío

Comer por aburrimiento es otra de las situaciones más comunes.

Intentamos llenar nuestro vacío interior o nuestra insatisfacción con la vida con comida. 

Seguro que te suena, que alguna vez te has dicho:  “no tengo nada que hacer así que voy a picar algo…” 

 

Hábitos de tu infancia

Suele ser habitual que los padres premien el buen comportamiento de los hijos, o intenten levantar el ánimo de sus hijos en situaciones difíciles, con un helado, una pizza, una hamburguesa, chucherías. 

Estos hábitos se han quedado grabados en nuestro subconsciente y de adultas los reproducimos para sentirnos mejor cuando no estamos anímicamente bien. 

 

Emociones como la ira, miedo, tristeza, ansiedad, soledad o inseguridad

Comer puede ser una forma de «calmar» las emociones incómodas.

Son emociones difíciles de manejar, y por eso tratamos de buscar un refugio accesible y rápido como la comida (aunque termine convirtiéndose en una trampa). 

Sigue leyendo y te mostraré algunas ideas para poner en práctica como  alternativa a la comida. 

Estas son algunas de las emociones que desencadena el hambre emocional, pero si conoces alguna más, déjame un comentario más abajo. Me encantará conocer tu experiencia.

 

Cómo gestionar el hambre emocional

Puede que hasta ahora hayas sentido que no puedes hacer nada para controlar ese impulso que te lleva a comer compulsivamente.

No importa lo impotente que te sientas, te aseguro que es posible ponerle fin al hambre emocional. 

Prueba comenzando por estos tips: 

 

  • Lleva un diario, anota tus emociones y las respuestas que tienes ante ellas.

 

Cada vez que tengas un arrebato y quieras comer en exceso, para un momento, y piensa qué desencadenó el impulso. Puede ser una reunión familiar, una fecha límite, un exceso de trabajo…

Este es uno de los ejercicios que recomiendo a las mujeres que trabajan de manera individual conmigo, y de verdad que es realmente útil. Anota todo en tu diario y pronto verás aparecer un patrón de conducta.

 

  • Busca alternativas a la comida para alimentar tus emociones.

 

Una vez que has identificado esas emociones que te llevan a comer sin control, el siguiente paso es buscar una respuesta alternativa a la comida. 

Te propongo algunas herramientas:

– Si sientes soledad: llama a esa persona que sabe sacarte una sonrisa. Busca entre tus fotos recuerdos que te animarán. Adopta una mascota, los animales saben muy bien cómo reconfortarnos con su amor.

– Si lo que sientes es ansiedad, para un momento. Haz una pausa. Sal a dar una vuelta, camina, haz ejercicio, o vete al gym. Suelta esa energía que te está paralizando.

– Si es agotamiento, no sigas. Tu cuerpo te está enviando señales claras. Date un respiro, date un baño caliente, tomate una taza de té o de tu infusión favorita.

– Si es aburrimiento, recupera un hobby, seguro que lo tienes. La lectura, las manualidades, los pasatiempos, te harán pasar un buen rato.

 

  • Diferencia el impulso de comer y el hambre real.

Cuando sientas esas ganas de atracar el frigorífico, espera 10 minutos.

Aprende a diferenciar el hambre emocional del hambre física.

La primera diferencia, y la más clara de identificar, es que el hambre emocional tiene urgencia por ser calmada.

El hambre física puede esperar, y la prueba más efectiva es darte una pausa de 10 minutos antes de responder a esta necesidad.

Si pasado este intervalo de tiempo sigues con hambre, intenta calmarla con una manzana, por ejemplo.

El hambre física recibirá con agrado este alimento, pero el hambre emocional lo rechazará, necesitas dulces, fritos, salados… 

Si esta es tu respuesta, ya lo sabes, estás ante hambre emocional, identifica qué te pasa y pon en marcha una alternativa. No alimentes tus emociones con comida.

 

  • Practica una alimentación consciente.

El hambre emocional te lleva a consumir alimentos de poco valor nutricional. 

Comes rápido, sin saborear, tu único fin es llenarte, pero el vacío es emocional, y te llevará a comer en exceso, seguirás comiendo aún cuando estés llena. Siempre quieres más.

Mi consejo es que aprendas a disfrutar de la comida con una alimentación consciente.

Elige tus alimentos con mimo, quiérete. Saboréalos. Pon tu atención en lo que estás haciendo, no comas por comer o mientras estás haciendo otra cosa.

 

  • Apóyate en una comunidad donde compartir cómo te sientes y recibir ese apoyo que tanto te cuesta encontrar, como por ejemplo la Escuela Come Sano y Quiérete.

Así, cuando te sientas sola, o las emociones negativas te invadan, podrás sentir ese apoyo reconfortante que te ayude a tomar mejores decisiones.

 

Si quieres seguir leyendo sobre el hambre emocional, puedes hacerlo en los siguientes artículos: 

 

 

Y si quieres empezar un cambio en tu estilo de vida, te invito a descargarte mi nueva guía Come Sano y Quiérete, y descubrir herramientas básicas para nutrirte y aumentar tu autoestima. 

 

Cuéntame en los comentarios qué plan B vas a diseñar para cuando aparece tu hambre emocional. 

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